Ante el inicio del año escolar en gran parte de Instituciones Educativas del país, los especialistas recomiendan a los padres de familia a crear en ellos, días antes de llevar a sus hijos menores al primer día de clases, una rutina de horarios y actividades que lo preparen para sobrellevar las actividades del colegio.
Esta recomendación obedece a que algunos pequeños podrían presentar cuadros de “ansiedad de separación” durante los primeros días de clases, lo que podría significar un recuerdo imborrable ya que este cuadro se presenta con uno o más días de llanto, miedo y desolación.
Es recomendable que los niños se acuesten más temprano, realicen actividades de lectura u otras que vayan creando en ellos hábitos escolares.
La ansiedad de separación se presenta por lo general antes de los seis años y dura por lo menos dos semanas; es más frecuente en familias que tienen una actitud sobreprotectora hacia los hijos y que sienten temor ante el proceso de autonomía progresiva del niño, que forma parte de su desarrollo normal.
A ello se suma el hecho de que los niños sientan un verdadero pavor de quedarse solos en un lugar desconocido y con gente extraña. Sobre todo si en el menor existe otras fuentes de ansiedad, tales como las malas relaciones de los padres, separación o divorcio, la llegada de un nuevo hermanito o cambio de domicilio.
Sin embargo, se tiene que precisar que se trata de una situación normal y que sólo cuando persiste más de tres meses puede considerarse un trastorno de ansiedad. Se debe distinguir entre la ansiedad normal, que aparece como reacción frente a los sucesos que vive el niño, y la ansiedad patológica, que constituye un cuadro de trastorno de ansiedad.
Síntomas
De acuerdo con los expertos esta ansiedad abarca una amplia gama de síntomas que van desde el miedo y temor excesivo a una situación determinada, tales como separarse de los padres o ir al colegio, hasta sufrir un estado de ansiedad y vigilancia generalizada, o tener crisis agudas de pánico
El cuadro se caracteriza porque el niño/a se niega a realizar todo aquello que implique separarse de los padres, como ir al colegio, salir a jugar a la calle, quedarse con familiares, incluso se niega a quedarse solo en la habitación.
Muchas veces se trata de la expresión de un miedo irracional a que le pueda suceder algo malo a la madre o al padre, que puedan morir, tener un accidente o ponerse enfermos.
Algunos niños pueden presentar tristeza, apatía, llanto, dificultades en la concentración, dificultades de interacción personal y social así como síntomas que se parecen a la depresión, por lo que es difícil diferenciarlos.
A tener en cuenta
No perder la calma si el niño/a llora, grita o hace pataletas; es porque está tenso. Evitar regaños o decirles “Los valientes nunca lloran”, “se valiente”, no se trata de ser o no ser valiente, sino del temor a la separación.
Esta recomendación obedece a que algunos pequeños podrían presentar cuadros de “ansiedad de separación” durante los primeros días de clases, lo que podría significar un recuerdo imborrable ya que este cuadro se presenta con uno o más días de llanto, miedo y desolación.
Es recomendable que los niños se acuesten más temprano, realicen actividades de lectura u otras que vayan creando en ellos hábitos escolares.
La ansiedad de separación se presenta por lo general antes de los seis años y dura por lo menos dos semanas; es más frecuente en familias que tienen una actitud sobreprotectora hacia los hijos y que sienten temor ante el proceso de autonomía progresiva del niño, que forma parte de su desarrollo normal.
A ello se suma el hecho de que los niños sientan un verdadero pavor de quedarse solos en un lugar desconocido y con gente extraña. Sobre todo si en el menor existe otras fuentes de ansiedad, tales como las malas relaciones de los padres, separación o divorcio, la llegada de un nuevo hermanito o cambio de domicilio.
Sin embargo, se tiene que precisar que se trata de una situación normal y que sólo cuando persiste más de tres meses puede considerarse un trastorno de ansiedad. Se debe distinguir entre la ansiedad normal, que aparece como reacción frente a los sucesos que vive el niño, y la ansiedad patológica, que constituye un cuadro de trastorno de ansiedad.
Síntomas
De acuerdo con los expertos esta ansiedad abarca una amplia gama de síntomas que van desde el miedo y temor excesivo a una situación determinada, tales como separarse de los padres o ir al colegio, hasta sufrir un estado de ansiedad y vigilancia generalizada, o tener crisis agudas de pánico
El cuadro se caracteriza porque el niño/a se niega a realizar todo aquello que implique separarse de los padres, como ir al colegio, salir a jugar a la calle, quedarse con familiares, incluso se niega a quedarse solo en la habitación.
Muchas veces se trata de la expresión de un miedo irracional a que le pueda suceder algo malo a la madre o al padre, que puedan morir, tener un accidente o ponerse enfermos.
Algunos niños pueden presentar tristeza, apatía, llanto, dificultades en la concentración, dificultades de interacción personal y social así como síntomas que se parecen a la depresión, por lo que es difícil diferenciarlos.
A tener en cuenta
No perder la calma si el niño/a llora, grita o hace pataletas; es porque está tenso. Evitar regaños o decirles “Los valientes nunca lloran”, “se valiente”, no se trata de ser o no ser valiente, sino del temor a la separación.
Practicar con los niños separaciones breves antes que comiencen las clases, dejarlo un par de horas con un familiar de confianza, por ejemplo la abuelita. Cuando nos despidamos asegurarles que vamos a volver. Estas breves separaciones reiteradas pueden ayudarlo a acostumbrarse a no vernos.
Si los niños son preescolares se debe asegurar que los recogeremos después de su lonchera o de su siesta (estar seguros de no fallarles).
Debemos comprender su ansiedad, así como la nuestra.
Es bueno preparar el momento decisivo de la separación. Para ello debemos ir días antes con el niño a conocer el colegio y a las/os profesoras/res, para iniciar un vinculo afectivo de confianza. Tener mucha paciencia y demostrarles confianza a nuestros hijos, así como a los profesores y centro escolar. Nuestros hijos encontrarán en la escuela un mundo distinto al hogar donde compartirán afectos y enseñanzas, y donde construirán un yo (personalidad) más polivalente y rico.
Promover lazos de comprensión e intercambio de afectos positivos entre la escuela y el hogar. Para ello debemos saber compartir la responsabilidad de dar a nuestros hijos el significado claro de sus afectos y emociones. Así tendremos una mayor tranquilidad y nuestros hijos una buena adaptación a un mundo escolar lleno de expectativas socializadoras, fundamentales para su adecuada formación de su personalidad.
Yungay Noticias.