TESTIMONIO: Lic.
Ángel CARRASCO MORENO. Yungay 31 de mayo de 1970.
“.. el suelo se
agrietaba y se cerraba y al abrirse salían del subsuelo, alimañas”
¡sálvate eres niño y
cuida a la familia!
A menos de un mes
para conmemorarse 52 años de la tragedia del sismo alud de Yungay, muchos
conciudadanos radicados en diferentes partes del país y del extranjero vienen
expresando, por diversos medios, el gran deseo de visitar su terruño, Yungay
hermosura, que dejaron de hacerlo por la pandemia del covid19. A pesar de los
años transcurridos muchos aún recuerdan ese día trágico. En nuestro blog publicaremos
testimonios como los que compartimos en
esta oportunidad. La narración del Licenciado Ángel Carrasco Moreno.
FATÍDICO DÍA DOMINGO 31
DE MAYO DE 1970
Aquel domingo, no era
cualquier domingo, era un domingo de fiesta para el Perú,
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Selección de Futbol del Perú 1970. |
se inauguraba el mundial de México 70, en Yungay no pasó
desapercibido este evento deportivo, porque jugaba Perú el día martes dos de
junio; y en el medio local mi alma de niño se alegraba porque por primera vez
en mi corta existencia iba asistir al circo VEROLINA, acampado en el estadio
“Fernández”, en la casa de mi tía Elena “Canta Gallo”, así se llamaba la
picantería que se encontraba frente al Tenis, en el Jirón Villón; nos
alistábamos para asistir a la función de matinée, pero, la espera se nos hacía
largo porque quien tenía que pagar las entradas era mi tío, Alicho Moreno
(integrante de la Banda Juventud Yungay) quien se encontraba en su
establecimiento con sus amigos escuchando la inauguración del mundial; las
manecillas del reloj marcaban las tres de la tarde, ya convencidos que no
íbamos asistir al circo, cada uno de nosotros nos remitimos hacer los que nos
parecía mejor; allí empezó mi pena no se sí era porque no iba al circo o quizá
anunciaba algo, en ese momento se vino a mi mente mis padres quienes se
encontraban en Chimbote (eran negociantes) y en mis interiores pensé que si
ellos estaban, mi presencia en el circo era inminente; Salí de la casa de mis
tíos con destino a mi casa, el cual se encontraba cerca, ubicada en la
intersección del jirón nueve de diciembre con el jirón las palmas, me detuve
frente a la casa de “Canta Gallo” por donde discurría una acequia quería calmar
mi aflicción agachándome a beber agua; fue cuando empezó todo nuestro suplicio,
fue como una señal la caída de un infante a las corrientes del cauce, empezó a
temblar la tierra a las tres y veintitrés de la tarde (después de mucho tiempo
me entere de la hora) la gente gritaba, otros lloraban, buscaban a sus hijos,
¡…era el fin del mundo! ¡Se abrazaban pidiendo piedad al divino redentor…señor
calma tu ira! hasta que alguien gritó Aluvión…Aluvión.
Todo se nublo, de
estar con un firmamento celeste, todo se convirtió en penumbra, se llenó de
polvo. Así empezó nuestro recorrido, con el objetivo de salvar nuestras vidas,
y a mí en mi incipiente vida me tocó vivir la pesadilla que jamás quisiera que
alguien lo experimentara, digo esto porque fui testigo de muchas personas que
murieron ante mi presencia de la manera más cruel tragados por la tierra, con
el movimiento sísmico el suelo se agrietaba y se cerraba y al abrirse el suelo, salían del sub suelo alimañas (reptiles, batracios, etc.).
En todo momento no me
separaba de mi tía, de la señora Rosa (mamá de mi tía) el papá de mi tía,
Nelly, Jorge, dina, el tío Alicho, se quedó en su establecimiento (quizá fue
uno de los primeros en fallecer) con los derrumbes de las casas.
A donde corremos,
escuche decir, al cementerio, pero otra voz (rosita) dijo no. Allí no, mucha
gente, vamos por la pista hacia el cerro
de ICHIC PUNA, hasta ahora no logro entender como pude correr junto a la
gente adulta, con mis seis años de edad (tramo 1.5 km). Trayecto que me tocó
vivir otra experiencia traumática, con el derrumbe de las casas y el viento
(remolinos horizontales) que originaba el aluvión, las tejas salían volando de
las casas, eran proyectiles mortales que alcanzaban a la gente, espacio del
cuerpo que recibía el impacto lo cercenaba; muchos pensaron que haciendo uso de
sus unidades móviles, iban a lograr a ponerse a buen recaudo pero no fue así,
porque hubo dos motivos para no lograr sus objetivos la cantidad de gente que
corría por la pista (atropellaban) y los ocupantes de los autos que rebasaban
la cantidad permitida.
Vi gente morir de la
manera más cruel, quizá yo no hubiera escrito mi memoria, si no es por el soplo
del aluvión, digo soplo por que el alud paso a metros de mi espalda solo sentí
un viento fuerte que me empujo, volví a ver a la gente que corría a mi lado y
ya no estuvieron, el alud los había sepultado la imagen que guardo en mi
memoria es de lo más fatal, triste y doloroso; ver los restos de la familia
tragados por el lodo del aluvión, que estuvieron a tu lado tratando de salvarse
y que en el último aliento de su vida te digan sigue corriendo ¡sálvate eres
niño y cuida a la familia!
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El cementerio y lugares aledaños fueron sitios de salvación. |
Allí se dispersó la
gente otros se fueron al cerro de ICHIC PUNA, yo seguí corriendo hasta donde me
respondiera mi débil cuerpo; sólo pude llegar hasta Pampac (ahora los arcos) donde me acobije en una chacra,
quise llorar de tanto desastre que vi, recordé a mis padres y me sentía más
sólo que nunca, y no pude llorar, sentía mi pequeño corazón duro; ahora si
lloro al escribir estas líneas porque recuerdo ésta hecatombe como si fuera
ayer.Sentí una mano
protectora, que me decía es el gringo (mi apodo de niño) el hijo de Emicha (mi
mamá) era una señora que conocía a mis padres y me llevo a su casa, es un
decir, no había casa; todo se había caído con el terremoto, sus familias se
habían ubicado en la chacra zona segura; y cayo la noche, tan fría como el
hielo que cubrió la ciudad de Yungay, estuve con ellos unos días (dos) hasta
que alguien me buscaba, pensé que eran mis papás y no eran ellos, era mi tía
Elena se había salvado en el cerro ICHIC PUNA, y me llevo con ella y me
encontré con muchos de ellos que corrimos juntos, había bebés, niños, jóvenes y
ancianos y lo poco que pudieron encontrar de alimento no alcanzaba para todos y
tuvimos que salir de allí en busca de provisiones, nos refugiamos en Piquip con la familia Melgarejo,
también dormíamos en la chacra y de allí se escuchaba como caía el hielo del
Huascarán con los temblores que se repetían cada cierto tiempo (entre 15 a 20
minutos) hasta que nos enteramos que había un campamento en el cerro de lucmapampa, de
sobrevivientes organizado por el sub prefecto que también se salvó.
Allí nos encontramos
con los sobrevivientes del circo Verolina, sobrevivientes del cerro ICHIC PUNA,
entre otros, empezó a llegar la ayuda del estado y de los países que se
hicieron presentes, los helicópteros surcaban el cielo, pero no los veíamos
porque estaba cubierta por la polvareda del aluvión y al tanteo arrojaban los
alimentos, frazadas, que muchas veces no se podía recoger por que caía al río o
a lugares inhóspitos, la repartición de los mismos no era equitativo (no lo voy
a tratar, por no herir susceptibilidades).
Una mañana de junio
vi asomar la figura de mi padre Don Humberto CARRASCO CARRASCO, más conocido
como heladero Humberto, me vino a buscar, dio una demostración de amor de
padre, caminó junto a mi madre, desde Pariacoto, vía Cochabamba, Tambra, pueblo
viejo, Shupluy. Abrace a mi padre recién llore al verlo; en su costalillo había
víveres el cual deguste con mucha alegría y ese mismo día abandone el
campamento, ya para esos días se había despejado un poco el firmamento (primera
semana de junio), donde se encuentra actualmente el grifo Monterrey se habilito
un helipuerto, previa inscripción y registro; los helicópteros nos trasladaban
al aeropuerto de Anta, hicimos uso de este servicio y abandone Yungay, nos
esperaba en el aeropuerto un Avión hércules que nos trasladó a Chimbote, luego
nos fuimos a Lima, donde recién me encuentro con mi mamá Emicha, para salir de
Yungay con los vuelos, nos dieron las autoridades de ese momento un certificado
de sobrevivencia.
Mi papá y mi mamá
llegaron hasta Ranrahirca provenientes de Chimbote, sólo él paso en mi busca,
mientras tanto había comités conformados por los militares que empezaron a
separar a las personas por género y es así que a mi mamá lo trasladan a Anta y
de allí a Lima; el encuentro con mis padres ya es otra historia, que algún día
les relataré.
Yungay Noticias.